27/04/2025

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Testimonio: Yo fuí víctima de la "Banda de los Cuatro"

26/02/1981
El autor de este testimonio, Lu Hui-kang, es un ciudadano chino, exprofesor de español en la Universidad de Fudán, en Shanghai y quien desde el año pasado reside en España. Reproducimos -sin comentario alguno- los principales apartes de este artículo, publicado originalmente en El País, de Madrid.

(I)
Soy un sencillo intelectual, nacido en China, profesor de español desde hace más de quince años en China. En agosto del año pasado llegué a España para perfeccionar el idioma español.

Antes de venir a España yo era profesor de espáñol en la Universidad de Fudán, en Shanghai. Tengo el titulo de profesor auxiliar del idioma español en China.

Como todos los intelectuales honrados chinos, yo trabajaba con gran entusiasmo en beneficio de mi patria. Igualmente, como todos los chinos sinceros, yo amo a mi patria. Yo sufrí mucho en carne propia durante la época de la "banda de los cuatro".

Me gradué, en 1965, en el Instituto de Lenguas Extranjeras de Pekín, donde estudié durante cinco años el bachillerato español. En el mes de agosto de ese mismo año me mandaron como profesor a la Universidad de Ciencias y Tecnología de Shanghai. Por aquel entonces yo era un muchacho de veintitrés años, lleno de entusiasmo, entregado totalmente a mi labor de enseñanza a mis alumnos, sin tiempo para el descanso. Era una entrega total. Yo tenía verdadera vocación para la enseñanza, creía que era la cosa mejor del mundo, algo que rayaba en lo divino. Pero, desgraciadamente, al año siguiente, en el verano de 1966, estallaba la revolución cultural, conocida con el nombre de "la gran revolución cultural proletaria". Las calles se llenaron de dazibaos (periódicos murales enormes), aparecieron dazibaos en las calles, escuelas, fábricas, era un verdadero mar de dazibaos y a la vez una lluvia de consignas: "preocuparse por los asuntos del Estado", "llevar hasta el final la gran revolución cultural proletaria", "seguir muy de cerca el plan estratégico del presidente Mao", etcétera. Los estudiantes, en vez de estudiar, salían a las calles a hacer revolución. Todo el trabajo, la actividad normal de la nación, quedó paralizado.

Con la revolución ascendieron al poder "los cuatro"; eso lo saben todos los chinos. Inmediatamente, la "banda de los cuatro" lanzó una terrible represalia contra la mayoría de los cuadros, funcionarios de alta categoría del Gobierno y del partido comunista, con el fin de usurpar el supremo poder. Y al mismo tiempo organizó una lucha despiadada, implacable, cruel, contra los intelectuales.

Bajo el distintivo de "enemigos de clase, terratenientes, campesinos ricos, contrarrevolucionarios, elementos nocivos, elementos de clases ajenas, revisionistas, etcétera", muchos hombres comunistas o no comunistas, intelectuales, hombres honrados, fueron, sucesivamente, uno tras de otro, encarcelados, encerrados en oscuras celdas, sometidos a espantosos interrogatorios, a crueles torturas. Muchos, muchos de ellos, no aguantaron y murieron, sin ser culpables de nada.

La camarilla antipartido de Wang Jung-wen, Chan Chun-chiao, Chiang Ching y Yao Wen-yuan, con sus "bellas y buenas" palabras "ultrarrevolucionarias", cometía toda clase de delitos, de infamias. Wang Jung-wen, Chang Chun-chiao y Yao Wen-yuan tenían su centro de operaciones en Shanghai y se apandillaron, con tenebrosos fines, con gente de ínfima categoría, lumpensproletarios, la escoria de la sociedad, y de ahí resurgían algunos jefes del "equipo de propaganda del pensamiento de Mao Zedong" (Mao Tse-tung), que no eran sino secuaces jurados de "la banda de los cuatro". Por ejemplo, el jefe del equipo de propaganda del pensamiento de Mao Zedong que dirigía el movimiento de lucha-crítica-transformación en la Universidad de Fudán, en Shanghai, era uno de los secuaces de "la banda de los cuatro". Este "jefe" era un ser perverso, un canalla, cometió toda clase de crímenes y tropelías en el movimiento de "depuración de las filas de clase" en la Universidad de Fudán. Violó a una estudiante en una celda.

La mayoría de los dirigentes, de los decanos de las facultades, de los profesores y empleados que trabajaban en la universidad fueron víctimas durante el movimiento. No pocos murieron, algunos no aguantaron las vejaciones, los malos tratos y se suicidaron. Muchos profesores fueron encarcelados y encerrados en oscuras celdas por mucho tiempo. Los profesores fueron criticados y expuestos a la vergüenza pública en el dazibao, blanco de "crítica masiva revolucionaria".

En el mes de agosto de 1965 yo era profesor de español en la Universidad de Ciencias y Tecnología, en Shanghai; allí estuve casi siete años, hasta el mes de abril del año 1972, que fui trasladado a la Universidad de Fudán, en Shanghai, donde permanecí hasta mi salida hacia España.

En el departamento de lenguas extranjeras de la universidad donde yo trabajé, como he dicho, durante siete años, éramos unos cincuenta profesores, cuadros (así se llama a los dirigentes funcionarios del departamento) y empleados. Más de la mitad de ellos fueron castigados, sometidos a celdas de castigo, sometidos a interrogatorios, torturas. Sus casas y bienes fueron confiscados. De los cincuenta profesores, dos de ellos, uno de sesenta años y una mujer de veinticuatro, no aguantaron los castigos y se suicidaron. De las cincuenta personas, más de la mitad fueron recluidas en oscuras celdas, por meses o por años. Dos profesores jóvenes, uno de alemán y otro de español, fueron metidos en la cárcel y condenados a prisión de tres años y de cinco años, respectivamente, por el delito de criticar a Chiang-ching.

Mi turno

Yo también fui víctima de "la banda de los cuatro", una de las muchísimas víctimas de los intelectuales honrados. Simplemente porque me atreví a expresar mi opinión diciendo que no debían sospechar de todos, que no debían inculpar masivamente a tanto inocente. Pues bien: esto me valió para dar con mis huesos, más de medio año, en una celda oscura, y sometido continuamente a interrogatorios agotadores. (Continuará en el próximo número).

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